Este 2015 viene cargadito de oportunidades, como buen año crítico que se precie.
Hastiados de gobiernos marrulleros, de partidos tramposos, de
pactos penosos, de lo mismo de siempre con otro collar, de aquello que se ha demostrado más un problema que
parte de la solución, en este año de abundantes comicios tenemos la ocasión de
probar por fin en política platos nuevos, partidos jóvenes o alianzas exóticas que
nos devuelvan la esperanza de que otro modo de hacer política es posible.
Pero un exceso de oportunidades
puede darse la vuelta y convertirse en
una nueva crisis, siendo este un hecho que no consta en ningún ideograma chino,
pero que existir, existe.
Municipales, autonómicas, generales...De la abundancia al hartazgo hay un paso muy pequeño que se
nos puede volver en contra.
Solo de pensar en la multitud de campañas atacando por distintos frentes con sus eslóganes, sus cancioncitas, sus caritas fotoshopeadas de hermosísimos líderes ondeando al viento me entra pavor. Los dientes me
castañean, y el poco calor que había en mi cuerpo se me escapa por los pies.
Me dan ganas de gritar: ¡por favor, no abusen más de nosotros!