lunes, 29 de febrero de 2016

"LA GUERRA NUESTRA". NUESTRO LIBRO COMÚN

Número especial de Gibraltar Chronicle con motivo de la guerra civil española.
El Colectivo Guadaltintero, al que pertenezco, acaba de publicar a cinco manos un relato sobre la guerra civil: "La guerra nuestra". 

A cinco manos, sí, pero cada uno de nosotros, diestros o zurdos, con la suya propia, con su mirada, con su corazón, con sus recuerdos prestados, sus lecturas y su imaginación. 

Los cinco relatos se cruzan en algún punto y entonces algunos escenarios de la guerra coinciden, un viejo escapulario cambia de cuello, las mismas pesadas botas caminan en distintos suelos, los personajes dejan de pertenecernos a los autores porque viajan de un texto a otro y en ellos se conocen, se odian, se ayudan o se matan. 

Son cinco relatos en primera persona, o mejor dicho ocho, pues al mío lo acompañan tres muy breves que corresponden a tres de mis personajes secundarios que en ellos adquieren protagonismo. Porque en aquella guerra nuestra fue protagonista todo aquel, toda aquella que la vivió en primera persona, aunque solo tuviera nueve años o pasara toda la contienda con la vista baja, limpiando pescado en el mercado.

El Chato, las dos Sagrarito Gómez, Buenaventura de Dios, Paquita la maestra y ese Ángel poco angelical entre otros, quizás nuestros abuelos o nuestros padres inventados a medias, viven hoy en estos relatos, viajan a través del espacio y el tiempo y vuelven a nosotros en el presente viviendo esa guerra fraticida también un poco nuestra y a veces, a nuestro pesar, aún tan viva. 

("La guerra nuestra" está disponible en Amazon, en papel y en formato digital.)



"Sí. Me morí pero no descansé, ha tenido que pasar algún tiempo para que el silencio se hiciera conmigo. Al final fui más dura de lo que creía.

Qué pena que ciertas cosas las sepa uno solo cuando se muere, qué cegados estáis la mayoría de las veces los vivos.

Hoy por fin tengo sosiego. Y desde esa calma miro con pena y con distancia ese afán loco y tan humano que tantas veces lleva a la desdicha más que al bienestar. Ese afán y esa ceguera que en algún momento infausto nos lanza como caballos sin freno a la más atroz de las desgracias, al fatídico extremo de una violenta e incivilizada guerra entre hermanos.

Desde mi nicho, a veces, escucho el oleaje del mar. La ola rompe en la orilla con un ritmo cardíaco y yo, en mi calma de mariposa en capullo, la confundo con el latido de mi polvoriento corazón.


Yo fui Sagrarito Gómez, la otra Sagrarito Gómez. Hoy ya nadie me recuerda. De mí ya no queda nada, si acaso un hilo de paz".