Tengo un
sueño recurrente desde hace años que lleva meses reproduciéndose con mayor
periodicidad. Me intriga su mensaje aun sin interpretarlo, pues ya en su
versión más literal me parece incongruente a la par que simplón, aunque no me queda
duda de que por algún motivo se está convirtiendo en algo obsesivo. Por lo
menos para mi subconsciente.
El sueño
es siempre el mismo, aunque admite dos o tres variantes mínimas. Busqué en
internet una ayuda rápida y acabé escaldada. Los mensajes venían a ser
interpretados por tarotistas de tres al cuarto que se contradecían entre sí con
su charlatanería desvergonzada. El colmo de mi estupor llegó cuando accidentalmente entré en una página que pretendía desentrañar el significado de "soñar con
pasta". Pero no con la pasta gansa que puede ser frecuente que aparezca en
nuestras fantasías tanto en su formato de monedas antiguas semienterradas como
en el de calderilla que encuentras al azar junto a una alcantarilla al bajar de
la acera, sino con pasta de la de comer. Por lo visto no es lo mismo soñar con
macarrones que con pasta rizada a la espinaca, o en forma de conchitas o con fideos
extrafinos. Salí de allí de un salto, con el calambre propio del que busca en
lo más hondo de sí ser portador de un correo cuasi divino y se encuentra con una grandísima chorrada.
Hace muchos
muchos años, ciertas prácticas médicas contaban con la sanación del individuo
induciéndole al sueño. Un dormir sanador en el que el dios griego Heraklio, o después
el romano Esculapio, daba pautas al enfermo para sanarse o directamente le
curaba si este era capaz de descifrar correctamente el mensaje divino. En algunos templos, pues
estos ritos se desenvolvían allí y no por supuesto en hospitales como los
entendemos ahora, había incluso "terapeutas oníricos" que te
interpretaban la pesadilla y solo eso bastaba para devolverte la salud. ¡El colmo del sueño reparador!
La próxima
vez que sueñe mi sueño cojo el Comes y me voy pa Cádiz. Una vez allí me dirigiré a La Casa del Obispo y a
oscuras bajaré sus escalones de piedra
ostionera hasta que me llegue el olor a mar, casi donde solo hay tierra húmeda, en lo más hondo. Allí me tumbaré sobre el duro suelo en postura fetal y esperaré
con paciencia a quedarme dormida, arrullada por el lejano oleaje.
Ni Freud
ni Jung, ni siquiera Martin Luther van a venir a rescatarme.
Directamente cuento con Esculapio.
Directamente cuento con Esculapio.
Ten cuidado, allí en el fondo tumbada en posición fetal sobre la tierra húmeda, que parece que representes el sepelio de tu consciencia, entrando para quedarte para siempre en el sueño de los justos. Muy reparador, creo que es, hasta el final de los tiempos.
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