miércoles, 6 de mayo de 2015

"AY" QUE JODERSE.

No me gusta el fútbol. Ni a lo que suena, ni a lo que huele.

Como ciertas modas pendulares, hoy eso no está bien visto, como sí lo estuvo por ejemplo en la transición. Quizás mañana vuelva a no estar de moda, con lo cuál yo iré a la moda, no creo que sea yo la que varíe de gusto, aunque nunca debe poner una la mano en el fuego por nada ni por nadie.

No dudo de que algo tiene en las tripas, algo hermoso e hipnotizante, más allá de lo que tiene de espectáculo o de mercado, incluso de deporte, y grandes intelectuales e incluso poetas, lo adoran. Pero yo no llego a sus tripas porque no me gusta ni la superficie, así que  si no meto un pie en las olitas donde rompe ese mar, por lógica no alcanzo a vislumbrar sus hermosas y azules corrientes submarinas.

En ciertos concursos de la tele que miden los conocimientos del público, no saber de fútbol, no alcanzar esa cuota mínima que exige la cultura general, me pone feliz; es la única materia de la que ignorarlo todo me da punto, cosa que no me ocurre cuando fallo en preguntas de cine o de física o música, una ignorancia que me apena.

Dicen quienes lo conocen que más allá de un bonito deporte es un elemento socializador, sobre todo en la infancia, pero también te digo yo que es anti-socializador; aún recuerdo con un estremecimiento de útero los días en los que mi hijo llegaba triste del colegio porque el capitán del equipo no le había permitido jugar el partido en el recreo (cierto que era bastante malo).

Musculitos, tatuajes, modelitos...Será que viajo mucho en autobús o que camino bastante, pero estoy comprobando un hecho que me asquea, y es que no solo no disminuye, sino que va en aumento: el número de varones que escupen en la calle. ¡Y el fútbol también está detrás de eso! Por lo visto los futbolistas escupen mucho en el campo, y ya se sabe que imitar a las estrellas puede más que evitar una costumbre tan horriblemente machocarpetovetónica (¡hala!).

Ahora, lo acabo de oír en las noticias, salen los futbolistas de la liga, esas fieras estrellas millonarias con horripilantes peinados, con que se van a poner en huelga porque pagan demasiados impuestos. Dios de mi vida, como para no tenerles manía.

Cierto, estoy algo pillada. La vida te pone en bandeja situaciones que te disgustan para que aprendas a resolverlas, y debe ser por eso que en un descampado que había frente a mí casa acaban de poner un campo de fútbol con su césped artificial, sus lindas porterías y sus abundantes focos. A esa hora en la que suelo salir a la terraza a leer, ver las nubes y escuchar los gritos de los vencejos, ahora me toca escuchar los gritos de los futbolistas. Pásala, pásala, uuuuuuuy, me cago en tu padre y el pito del árbitro se han convertido de la noche a la mañana en la banda sonora de mis tardes, allí donde antes había vencejos. Y así hasta bien entrada la noche, los gritos y los pitos.

¿No querías sopa? Toma dos platos, hija, y ahora a trabajártelo.

Sí, soy una neuras, no lo niego, pero en este asunto hay demasiada testosterona en juego para mis pobres oídos.

Y encima, para redoblar mi desdicha, está pagado con mi dinero. Así que donde siempre ha habido una hache, la quito y pongo un lamento. Definitivamente "ay"que joderse.









3 comentarios:

  1. Bingo!!! Yo diría aún más: HAY QUE JODERSE?

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  3. Recientemente los futbolistas plantearon una huelga, pero la Audiencia Nacional suspendió la huelga obligando a los jugadores a jugar ya que : " la celebración de la huelga generaría un grave desorden organizativo difícil de resolver".

    Por lo visto, en este sistema, la actuación de los futbolistas es tan importante como la de los policías y militares a la hora de mantener el "orden social".

    ResponderEliminar