
De la segunda de sobra últimamente hablamos y los menos afortunados viven su antagónica, deshauciar, que no necesita adjetivos ni explicación; pero su contraria, hauciar, va más allá de la privación material, es como la imagen de un cisne reflejada en el espejo donde se mira un pato tuerto y sin plumas, pues este verbo por desgracia en desuso significa crear esperanza. ¡En desuso! Qué torpes somos ¡como si precisamente hoy crear cualquier clase de esperanza fuera algo superado, inútil!
Si bella es hauciar no se le queda atrás serendipia, que habla de un encuentro afortunado, inesperado, hermoso, cuando en principio estabas buscando otra cosa: un dulce error.
Así que a pesar de los muchos pesares, solo por el feliz encuentro con estas palabras, esta de mitad de noviembre ha sido también una semana cargada de fortuna, como si el papelito que guardaba dentro la galleta china que quizás comí, trajera pintado el ideograma de esperanza.
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