miércoles, 15 de marzo de 2017

DOBLES VIVOS: JAVIER RUIBAL Y KIKO VENENO.

Los susodichos durante un ensayo, vivitos y coleantes.

Ya va teniendo una edad para recopilatorios y antologías. Los hombres a los que amo también.

Por Reyes me cayó como del cielo el disco doble 35 aniversario de Javier Ruibal. Por mi cumpleaños, un mes largo después, el Doble vivo de Kiko Veneno. Ambos dobles, valientes, en directo.

Las tres primeras acepciones de la palabra regalo que da María Moliner se cumplen de sobra en estos cuatro magníficos discos, mis dos dobles:
1ª acepción- Presente, obsequio: ¡por supuesto que son un obsequio!, dos magníficos obsequios que me ha hecho aquel que mejor me conoce y bien me quiere, y que aciertan de pleno en la diana de mis gustos.

2ªacepción- Placer que una cosa proporciona: ¡y vaya horas placenteras que paso escuchándolos! Repitiendo una y otra vez esa canción de la que no me sacio, saltando de uno al otro según mi ánimo y mi gusto del momento, caprichosa, disfrutando horrores las nuevas versiones de tantas viejas conocidas. 
¡Descubro maravillada que me las sé todas! Y las que no me sé es porque son canciones que han sacado para sus respectivos discos nuevos, y casi casi que ya me las sé.

3ªacepción- Conjunto de comodidades y placeres con que alguien vive: andar en compañía de Javier Ruibal y Kiko Veneno, aunque sea en la cocina donde suelo escuchar mi música mientras hago la comida y marujeo, es un lujazo, un lujazo que me reconforta de tantas horas de soledad como paso en casa, de tantas noticias ruinosas como escucho en la radio, de los años que pasan y se cuelan en los huesos.

Escuchar su bendita música, la de los dos, es algo que me consuela, me acompaña y me enriquece sin ningún género de duda. Muchas veces también me arrebata (en la acepción de María Moliner que dice de algo que atrae a la persona de tal manera con su belleza o encanto que la hace olvidarse de todo lo demás que la rodea).

Ellos no lo saben pero son mis amigos, dos buenos amigos a los que sigo desde muy joven y con los que me he hecho mayor. Ellos también se han hecho mayores, claro, y por eso cantan mejor que nunca.

Gracias a ellos he sido muchas mujeres en una, lo mismo me he puesto en la dubitativa piel de la novia de Corto Maltés, que he sido la vecina ansiosa de Lobo López, la preocupada madre del bandolero Malospelos o la mismísima Reina de África, esa morena que pone el muelle en pie con su garboso paso.

Ellos me han llevado a vivir a sitios tan dispares como Isla Mujeres, el Callejón del Tinte o una Casa-cuartel, y en todos he sido igualmente feliz.

Me han regalado experiencias maravillosas: abanicarse con un abanico de cristal es algo que desde que lo probé se lo recomiendo a todo el mundo, lo mismo que viajar hasta la feria del ganado más chula que un ocho en un mercedes blanco, o perseguir a una linda gallinita extraviada, esa a la que no sabes cómo resistirte, ¡ay!, siendo gitanos, como somos.¡O volar hasta la estrella mejor guardada agarrada a la cola de un Ave del Paraíso!

Javier, con su voz caliente, irresistible, bellísima. 
Kiko genial, más libre desde que todo su pelo es blanco, ya no solo el mechón de su frente.


1 comentario:

  1. Manola dixit: Cada vez que te leo me gustas más y me emocionas más. Estoy orgullosa de ti, te quiero.

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