domingo, 6 de julio de 2014

EXVOTOS POSMODERNOS

Exvoto de un gladiador agradecido en Itálica.



Quizás es que no hicimos los votos adecuados a los dioses adecuados.


Quizás nos dejamos llevar por el signo de estos tiempos veloces y líquidos y la corriente nos dejó arrumbados en un tramo de orilla lleno de zarzas y juncos marchitos.

O quizás la culpa es de Némesis que se ha relajado con la edad o que enfermó, sus alas se troncharon con la artrosis, su velo se desgarró con la humedad.

La vejez ha hecho a la diosa descuidada, le importan ya un pimiento el equilibrio universal, la solidaridad, la justicia retributiva. Ni siquiera la venganza, ese plato veraniego que sabe mejor muy fresquito, como el gazpacho, estimula las gastadas papilas gustativas de la Hija de la Noche.

No. Eso no puede ser posible, Ella no. Toda la culpa es nuestra: somos los habitantes del siglo XXI los chapuceros, los descuidados que no hemos sabido pedir lo adecuado, los desobedientes que nos hemos pasado de la raya. Los soberbios que nos hemos dado a la desmesura y nos hemos creído un poquito dioses, rompiendo los viejos equilibrios.

Exvoto posmoderno. Foto de S.M.
Cemento pocho, losetas rotas, pies torcidos y deformes, chicles pisoteados, deseos desmedidos. Alcantarillas. Nada que ver con la enjundia del mármol en las placas votivas que representan plantas de pies que aún hoy encontramos como si no hubiera llovido sobre ellas el agua de muchos siglos, en la gran Avenida Triunfal del Anfiteatro de Itálica.

Posiblemente pertenezcan a gladiadores que agradecían así a Némesis algún favor concedido a sus corazones guerreros, o también puede que sean prendas ofrendadas por algunos magistrados dando las gracias a la diosa por la fuerza otorgada para desempeñar con corrección sus cargos, no se sabe con certeza.

Lo que tampoco sé es si hoy hay corazones guerreros que a la vez sean humildes, y si eso ocurre porque nos hemos atascado en la orilla más sucia del río o por nuestra arrogancia posmoderna, o por nuestra inepcia, o si es que nos hemos vuelto unos tontos desagradecidos.

Lo cierto es que con exvotos tan mamarrachos como estas huellas de pies que se encuentran en la calle Águilas de Sevilla, no hay dios que nos eche cuenta.






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