Esta vez sí que ha sido potente el correctivo: he comido una coliflor urdida de flores
perfectas y me encuentro mucho mejor.
Ni bello romanesco, ni cárdeno brócoli, el prodigio lo ha
obrado una humilde coliflor.
Su blanco corazón
esculpido con la geometría perfecta que
nos regalan los dioses atrapados en la
naturaleza.
Un bocado de purita proporción áurea para
contrarrestar tanta mierda como se mete una algunas veces por la boca.
Preciosa, geometría sagrada, dicen que como es arriba es abajo, creo que esta ordenación gastronómica que has experimentado es más sagrada que cualquier ordenación sacerdotal.
ResponderEliminarAutomedicación mística.