Peregrino, lo que se dice peregrino, todos lo somos en mayor o en menor medida, pues no hay duda de que esta vida es un extraño viaje, con sus llanos, sus pendientes y sus paraditas pa comer. Con su principio y su fin.
Después del fin, no sabemos a ciencia cierta si empieza otro viaje, y aún
dentro de este otros. O solo hay merecido descanso, o tierra en barbecho, o mullidas nubes
de nácar o algo parecido a un gran asador de pollos o festines sin cuento. Ya
lo descubriremos cuando cerremos esta puerta, seamos pacientes.
Si encima eres de esos que no te contentas con el periplo en
sí, de esos que movido por una búsqueda interior,
una necesidad inexplicable o la creencia de que debes expiar así parte de tus muchas
culpas, tomas un desvío y recorres algún tramo con mochila jacobea al hombro (si
eliges el Camino de Santiago) como romero (si peregrinas a la Roma vaticana en
busca de indulgencias ) como palmero (si viajas a la Jerusalén bíblica, a por sus
místicas palmas) o como romero tocando palmas (si te vas al Rocío, con tus
botos, tu carriola y tu arsa y olé) ya has
jurado bandera. Tienes un grado, no eres un peregrino de los de campamento y
botellón.
Si movido por una inquietud espiritual profunda quieres
llegar en tu búsqueda más allá, aún más allá, nada menos que a Shambala, esa ciudad escondida
entre nieves perpetuas allá en algún rincón del alto y lejano Himalaya, esa
ciudad abanicada por miles de caballos al viento, esa Shambala que puede que ni
exista porque solo está dentro de ti si es
que está en algún sitio, con su luz dorada y su halo de perfección, lo tuyo es un
peregrinaje con muchas estrellas. De capitán general para arriba, si es que eso
existe.
A eso no aspiramos todos, y aún muchos menos lo alcanzamos.
Los más, y solo a ratos, nos colgamos del cuello una concha
de vieira simbólica, y en ella bebemos a sorbitos el agua allá donde la encontramos.
Peregrinos sencillos que solo andamos y que de vez en cuando hacemos una paradita para
sacudirnos el polvo del camino.
Muchas gracias María, recibir un comentario así de una peregrina como tú es un honor. Me gusta mucho tu manera metafórica de describir "El Camino", o "Los Caminos"... que al final son uno y que nos impregnan sutilmente, tanto como esas finas motitas doradas que tú, tan sutilmente, sabes ver.
ResponderEliminarUn saludo y ¡buen camino!