miércoles, 4 de junio de 2014

PEREGRINOS EN SHAMBALA


Peregrino, lo que se dice peregrino, todos lo somos en mayor o en menor medida, pues no hay duda de que esta vida es un extraño viaje, con sus llanos, sus pendientes y sus paraditas pa comer. Con su principio y su fin. 

Después del fin, no sabemos a ciencia cierta si empieza otro viaje, y aún dentro de este otros. O solo hay merecido descanso, o tierra en barbecho, o mullidas nubes de nácar o algo parecido a un gran asador de pollos o festines sin cuento. Ya lo descubriremos cuando cerremos esta puerta, seamos pacientes.

Si encima eres de esos que no te contentas con el periplo en sí, de esos que movido por una búsqueda interior, una necesidad inexplicable o la creencia de que debes expiar así parte de tus muchas culpas, tomas un desvío y recorres algún tramo con mochila jacobea al hombro (si eliges el Camino de Santiago) como romero (si peregrinas a la Roma vaticana en busca de indulgencias ) como palmero (si viajas a la Jerusalén bíblica, a por sus místicas palmas) o como romero tocando palmas (si te vas al Rocío, con tus botos, tu carriola y tu arsa y olé) ya has jurado bandera. Tienes un grado, no eres un peregrino de los de campamento y botellón.

Si movido por una inquietud espiritual profunda quieres llegar en tu búsqueda más allá, aún más allá, nada menos que a Shambala, esa ciudad escondida entre nieves perpetuas allá en algún rincón del alto y lejano Himalaya, esa ciudad abanicada por miles de caballos al viento, esa Shambala que puede que ni exista  porque solo está dentro de ti si es que está en algún sitio, con su luz dorada y su halo de perfección, lo tuyo es un peregrinaje con muchas estrellas. De capitán general para arriba, si es que eso existe.

A eso no aspiramos todos, y aún muchos menos lo alcanzamos.

Los más, y solo a ratos, nos colgamos del cuello una concha de vieira simbólica, y en ella bebemos a sorbitos el agua allá donde la encontramos. Peregrinos sencillos que solo andamos y  que de vez en cuando hacemos una paradita para sacudirnos el polvo del camino.
Sin darnos cuenta de que algunas motas de ese polvo, son minúsculas chispas del halo dorado que rodea Shambala.





                   http://www.rafaeltellez.com/2014/05/novela-peregrinos-de-shambala-un-viaje.html





1 comentario:

  1. Muchas gracias María, recibir un comentario así de una peregrina como tú es un honor. Me gusta mucho tu manera metafórica de describir "El Camino", o "Los Caminos"... que al final son uno y que nos impregnan sutilmente, tanto como esas finas motitas doradas que tú, tan sutilmente, sabes ver.
    Un saludo y ¡buen camino!

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