la pecera del cuento. Foto de S.M. |
El paseo del sábado daba sus últimas bocanadas como pez
fuera del agua en esa hora tardía en que una no aguarda del día más que la
rutina de la lectura y el sueño.
Pero la sorpresa, ese regalo que ni se espera
ni se busca, nos encontró al alzar la vista, por casualidad, en la farola pegada a
la muralla. El fanal se había
transformado en un terrario fantástico.
Suspendida del aire, esta pecera sin
agua pero llena de luz y calor guardaba tanta vida tras el cristal que era,
solo y de tan simple, pura maravilla.
El paseo del sábado dejó de ser un pez fuera del agua, ni
siquiera tenía ya escamas o aletas.
Sin
necesitar el beso de un príncipe, se había transfigurado en un pequeño ser
mitológico. Viscoso y frágil, pero sobre todo hermoso, como la rugosa piel de
una salamanquesa.
¡Precioso texto!
ResponderEliminar... y preciosa la foto de Santi.
Un beso a los dos
¡Dios mío!... ¡sublime imagen!... y mejor aún la capacidad de verla y narrarla... si Cortazar escribió su "Axolotl", tu has escrito tus "Salamanquesals"
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