¿Qué
tiene que ver el amor con el jamón ibérico?
Nada,
me dirás; todo lo más parece un chiste y de los malos. Pero si buscas, si
buscas bien, verás que ambos andan por la orilla más resbaladiza del río que
hay en el Cielo.
O comparten
ese lado del cerebro en el que no hay gozo sin culpa. O ese lento masticar para
que no agarren a la garganta hasta estrangularte sus vetas de nácar.
¿Y
el amor con el ibérico chorizo ?
Rizo
del rizo, haciendo un inocente pareado. Quizás no más gozo, pero si más culpa.
Aliño de especias sagradas de Iberia; carne
picada hasta la no-carne, el no ser.
Y
si el cerdo es negro, negro como la noche que barrunta mis sueños, mejor.
¿Embutido? ¿Embutido en qué? En tripas, nena,
como el amor. Tripa que limita, que comprime, que te atrapa hasta dolerte.
Sangre y a veces huesos. De nuevo como
el amor.Alguien me confesó una noche que el Cielo era ese sitio mágico donde comes chorizo ibérico o jamón de pata negra sin que jamás engordes, o te salga sarpullido, o te hagan una colonoscopia.
Y
yo añado lo del amor y la culpa, así que
tú verás.
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