domingo, 9 de febrero de 2014

TEMPUS FUGIT

Palacio presidencial en Dusambé. Foto de S.M.


“Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra”. 

El tiempo vuela como las nubes, como las naves, como las sombras.

Vuela y vuela y se escapa. Y de pronto es un puntito en el cielo, solo un punto, un globo que se libró de los dedos caprichosos de un niño y que sube a lo alto y se empequeñece, lejos, lejos. Atrás.

Uf. Menudas ideas más turbias me rondan la cabeza estos días. Telarañas por todos lados. Yo creía que lo más gordo que se fraguaba para este enero iba a ser mi cumpleaños, no estoy nada preparada para los cincuenta que me caen. Pero desde luego que ni en mi peor pesadilla contaba con esto, esta preocupación y este desengaño y esta rabia que se apoderan de las veinticuatro horas de mis días, sin tregua, desde hace ya casi dos semanas.
Virgilio no da señales de vida. Ni de vida ni de muerte desde hace dos semanas. Creo que me voy a volver loca.

¡No! ¡loca no! Eso es lo último que me puedo permitir: no se lo merece.

Él sabrá en qué pozo se mete, lo profundo y lo húmedo que puede ser, y a donde le lleva. Y cómo salir de él si es que le interesa salir.
Yo ya he cumplido con mi parte. He hecho todo lo que se suele hacer en estas circunstancias, he dado los pasos necesarios y hasta alguno innecesario. He llorado hasta vaciarme. Me he sentido humillada leyendo conmiseración en alguna mirada y no pienso ir ni un paso más allá.

He telefoneado hasta el agotamiento a la embajada más autista de la tierra. Y una docena de veces a la embajada inglesa en Tayikistán, sin que pudieran darme una respuesta satisfactoria. He aporreado las puertas de todos los despachos, incluido el del temido jefe de jefes, sin resultado. He denunciado los hechos, o la ausencia de hechos, a la policía, cosa de la que ahora me arrepiento. He hablado largo y tendido con todos y cada uno de los compañeros que le acompañaron en este viaje de trabajo de su empresa (proyectoTempus. Maldita casualidad de nombre) y que regresaron el quince de enero en el vuelo IJ 87 de la Turkish Airlines sin él. Sin él.

Adolfo es el único que ha tenido el valor de ponerme sobre la pista y se lo agradezco. No por supuesto el único que estaría al tanto de los hechos. Fue el último que habló con él en Dusambé, y dice que notó en Virgilio un acento extraño, ausente, cuando le confirmó que regresaría un día después, en el siguiente vuelo. Que partieran sin él. Solo eso, sin más detalles. Y que allí estuvo normal todo el tiempo, que expuso su ponencia en el ministerio con desenvoltura.
Mercado de camellos tayikos. Foto de S.M.

Que consiguió un par de veces despistar al sempiterno y siniestro comisario político y  que anduvo  solo y pudo fotografiar a sus anchas un exótico mercado de camellos en las afueras de la ciudad. 

Las fotos. Repasando con detenimiento las fotos de sus tres viajes al país la he descubierto. A la tayikistana. Con el mismo pañuelo floreado en la cabeza las tres veces. Y la misma hermosa y tímida sonrisa que luce al aire, sin vergüenza, su colmillo de oro.

Preciosa, morena, no más de veintidos años. Y musulmana. Es como para volverse loca pero no me lo voy a permitir. 

No me lo voy a permitir aunque me den ganas de darle una buena patada a todo. A mis cinco trienios como profesora de latín en el instituto, a los cincuenta años que cumplo la semana que viene y más aún a los veintidós de casada. No me lo voy a permitir aunque esté aquí, frente al ordenador, viendo y oliendo y sintiendo escapar con precisión formal, como si fuera un pan rancio o un trozo de corcho, al tiempo; ese tiempo que se me ha ido tan rápido, que ha volado frágil como un suspiro de ángel y que me ha dejado ya sin tantas cosas, sin él y sin ganas de él, envidiando a una joven extranjera seguro que analfabeta con pañuelo en la cabeza.

Mientras mi cabeza sin pañuelo, libre y atada al mismo tiempo, no para de repetir desde hace dos semanas las palabras de Virgilio, el otro Virgilio, el poeta: "Sed fugit interea fugit irreparable tempus."

Pero huye entretanto irreparable el tiempo.



3 comentarios:

  1. Se me ha puesto el corazón en un puño. Estos sentimientos son muy intensos.

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    1. Tranki, Marga, que Virgilio es de mentira. Y yo no se latín, así que...

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  2. ¡Qué buen relato! No hace falta que haya un Virgilio...

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